Fuiste mía
un día junto al arroyo,
y como el agua cristalina
que en el recorría....
te me fuiste escapando
inevitable de las manos;
hasta dejar en ellas
un leve rocío,
como el murmullo
de la mar en lejanía.....
que en un eco
casi inaudible,
se levanta y desaparece.
Más no es melancolía
aquello que como sombra
mi vida hoy entristece,
si no que siendo mía
ese día junto al arroyo.....
entre cómplices suspiros,
al pie de aquella
pequeña cascada;
debí haberte bebido
toda de una vez
para siempre,
y así no volvería
a tener de ti.....
nunca más ésta sed.