Indómita es la lejanía, que de tus labios, amor, me separa;
que indiferente cual si fuese tiranía, al frío inhóspito
hacen adormecer mi sed; hasta que mustios los míos
su néctar buscan embrujados....y vuelvo en ti a renacer.
Así no me niegues más, amada, tus besos, porque sin ellos
no sé a bien existir; pues la soledad la disipo calmo,
con la certeza amor mío, que esos tus exquisitos labios
con sabor a fresca primavera...serán siempre para mi.
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